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Me resulta difícil bajar a palabras este profundo desconsuelo que siento frente a la angustia de su madre, de su padre, de sus hermanos. A un mes de otra desaparición forzada, volvimos a sentir en el estómago ese dolor que, 40 años atrás, nos movilizó hasta la Plaza. No sólo es desesperación, es la más cruel de todas las desesperaciones, esa necesidad asfixiante de necesitar abrazar a un ser amado y nada más. No se duerme, no se come, no se vive. Todo congelado, nada crece…

Y el Estado desaparece.

La actitud de Patricia Bullrich no sólo es insuficiente e irresponsable, es hipócrita y falsa. Junto al resto de los voceros que administra el gobierno nos vienen mintiendo en la cara todos los días, con calumnias sobre el pueblo Mapuche, sobre Santiago, sobre ellos mismos. Y entre tanto, tantos silencios estratégicos en torno a la investigación… Yo no entiendo cómo Pablo Noceti, jefe de gabinete de la ministra, continúa en funciones como si nada hubiera pasado: dirigió el operativo que reprimió en Pu Lof y es, como mínimo, un cómplice directo. De hecho, la propia gendarmería admitió haber recibido órdenes suyas para actuar…

¿Qué falta para hacerlos renunciar?

Tampoco el presidente actúa de manera prudente frente a este bochorno internacional. Lejos de aparecer para solucionar el problema, sólo se refirio al caso para relativizarlo, afirmando que unos 30 mil padres no quieren escuchar “Santiago Maldonado” adentro de las escuelas. Nada nos detendrá, pero esta afrenta ratifica la poca humanidad que tiene. Y sí, ¡estoy molesta! Porque me indigna profundamente que Macri, el mismo que tantas veces negó a los 30.000 detenidos desaparecidos, hoy utilice justito esa cifra para interpelar a los docentes que no cierran la boca. Y al resto también, porque la educación es el mayor emblema de la memoria.

Un verdadero problema,
para quienes buscan borrar la historia.

Las parábolas, asociaciones o comparaciones con los años de la dictadura cívico-militar, no expresan una exageración desmesurada, sino la reafirmación de métodos utilizados durante el terrorismo de Estado, como las torturas en las villas y la desaparición forzada de personas. No por nada han regresado, también, las consignas y los cánticos que manifestábamos en los tiempos más oscuros. ¿Cómo entonces no voy a estar asustada? Por supuesto, estamos todos asustados, pero ese temor debe transformarse en fuerza y más amor, para evitar la naturalización de todos estos daños.

Han ahorrado ambición,
durante más de 40 años.

Como anteayer, vamos a llenar la Plaza de gargantas cuantas veces sea necesario, con poderosos cientos de miles dispuestos a detener esta situación de represión que se agrava cada día. Pero guarda, ¡hay que ser inteligentes! Los incidentes, esos que lograron tergiversar el impacto de la conmovedora movilización social, estuvieron planeados y cuidadosamente montados, para desviar el centro de la discusión hacia sectores minoritarios. Pues tremenda multitud en las calles claramente inquieta al gobierno, como inquieta al periodismo que calla y callará, porque temen cobardemente que nuestro grito crezca hasta propagarse del otro lado…

Crecerá,
hasta que aparezca Santiago Maldonado.

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