Santiagos Maldonados que aparecen de norte a sur, viajan desde Chubut o aparecen por Salta, a la vera de la cordillera o asomando hacia Entre Ríos, cotejan las maniobras con las que “el gran diario argentino” pretendió narrar que Santiago no estuvo en la represión en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen. Los primeros días, “el artesano”, era la única referencia que sus titulares hacían sobre él y su persona, a los márgenes de la embestida contra las comunidades mapuches, que junto al ISIS y otros grupos, configuraban el terrorismo que avecinaba en las páginas del matutino, desde la Cordillera.
Amparado en el discurso de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien sin vergüenza alguna señaló en el Congreso que no había elementos que probaran que Santiago estuvo en la comunidad aquel 1º de Agosto, Clarín narró que Santiago aparecía en Entre Ríos, que un pueblo de artesanos donde “todos se parecen” a él podría ser su escondite, al igual que Salta, Mendoza o Comodoro Rivadavia y finalmente San Luis, donde habría decidido cortarse las rastas, hacia la última parte de la era judicial de Otranto. Todas las personas señaladas como posibles Santiago Maldonado, dieron la cara y negaron serlo. En el caso del joven filmado en Entre Ríos, el propio Clarín deslizó que podría ser quien decía no ser.
Al tiempo que escondían el nombre y el rostro que retumbaba con más fuerza en las calles, fábricas, oficinas, colegios y universidades, la configuración del enemigo mapuche y sus actos “extremistas” fueron en escalada, en contrapunto con artículos de gendarmes (y sus familias) amenazados, puesteros de Benetton perseguidos y comunidades mapuches en disidencia con las modalidades de la RAM, que tomó por asalto las tapas del diario y se estableció como tema de discusión de los programas de la tarde y debates de la noche. La hipótesis que señaló que Santiago fue herido de muerte en un “atentado” de la RAM contra un puestero de Benetton, contribuyó a dibujar al compañero como el autor de sus propias desdichas. Un “algo habrá hecho”, a la medida de las circunstancias.
La campaña contra los docentes , y el instructivo para denunciar la incursión “política” en los colegios, se vociferaba en los canales, radios y páginas del Grupo Clarín. El discurso oficialista, de no “politizar” el caso, encontró a Lanata como su mejor militante.
Con la represión del 1° de Septiembre al cumplirse un mes de la desaparición de Santiago, el esquema de violencia justificada vs. barbarie mapuche obtuvo su punto más alto. La movilización popular consiguió desarmar -de momento- la detención contra fotógrafos, periodistas y manifestantes que cayeron en las razzias que desplegó la Policía de la Ciudad en inmediaciones a la Plaza de Mayo, para recuperar su libertad recién en la madrugada del 4 de septiembre, pese a la queja del grupo mediático que se hizo presente en el lugar. Horas después de ese mismo día, los especialistas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA daban por tierra con la hipótesis del puestero, al cotejar las muestras de sangre del supuesto Santiago Maldonado herido de muerte.
Con ello, y la modificación del ministro de Justicia Germán Garavano como interlocutor oficial en lugar de Bullrich, Clarín empezó a arañar las posibles implicancias de Gendarmería en la desaparición de Santiago. La flagrancia del procedimiento caía con los audios y videos que se iban dando a conocer, aunque el gran diario argentino lo informara a cuentagotas.
La exposición de Matías Santana que se decidió a declarar a cara descubierta, fue motivo de notas y editoriales ridiculizando el testimonio del mapuche. Los que narraron decenas de cuentos falsos, descreían de la veracidad del principal testigo de la causa. El “periodismo” que instaló el show contra la acusación de desaparición forzada, se erigía como el filtro de lo real y lo inventado.
En Octubre, con Otranto removido de la investigación, la presencia del juez Lleral y el desfile de gendarmes testigos con guiones escritos por Bullrich y compañía, el portal de Clarín ponderó una visión del gobierno de Macri como víctima de todo esto, inocente y acusado sin pruebas. Así, a los dos meses de la desaparición de Santiago, los titulares de Clarín hablaron de ataques de la familia Maldonado hacia funcionarios, por sus discursos ante miles en Plaza de Mayo.
El 17 de Octubre, con la aparición del cuerpo en el Río Chubut, la operación de prensa hacia el ahogo como único final mutó a su conveniencia: que el cuerpo fue plantado; que el cuerpo fue plantado por los mapuches; que el cuerpo fue plantado por los mapuches porque lo informó un testigo reservado; que el testigo lo informó al Juez; que el testigo se tuvo que esconder. Las andanzas de la falacia, duraron todo el fin de semana electoral, acopladas a las declaraciones del Juez Lleral quien sin tapujo alguno opinó y dio de comer a la tesis conspirativa. El día lunes, el propio Lleral tuvo que desconocer la historia del Testigo E, desmintiendo la historia narrada.
El espectáculo de Clarín, a la espera de las pericias del cuerpo de Santiago, siempre puede más.