El 24 de marzo de 1976 comenzó la dictadura cívico-militar-eclesiástica más sangrienta que vivió nuestra historia, con el fin de aniquilar a una generación de soñadores y luchadores que se organizaban por un cambio social que revirtiera el orden vigente.
Esa política represiva llevó a que 30.000 compañeras y compañeros fueran detenidos, torturados y desaparecidos, a la apropiación sistemática de bebés, y otros crímenes de lesa humanidad contra el conjunto de la clase trabajadora. A su vez, en el plano económico realizaron profundos cambios para favorecer a los grandes capitales y que redundan en hambre para el pueblo, medidas tales como la liberalización y desregulación laboral, el congelamiento de los salarios y el endeudamiento externo.
A 42 años del golpe, nos toca enfrentar a un gobierno que representa los intereses de la misma clase social que instrumentó el genocidio para beneficio propio. Los mismos que se la llevaron en pala durante años, secuestraron, torturaron, asesinaron e implantaron el miedo en toda la sociedad, ahora vienen por más… vienen por todo.
La alianza Cambiemos reivindica lisa y llanamente el terrorismo de estado, gobierna bajo un estado de excepción, mata a una persona cada 23 horas a través de sus fuerzas de (in)seguridad, fusila a las y los pibes en los barrios, tortura en los lugares de detención, encarcela y persigue a los luchadores populares.
El 24 de marzo del año pasado tuvimos que salir a reafirmar por primera vez en muchos años que “fueron 30.000 y fue genocidio”, luego de que varios funcionarios del gobierno salgan a recontar nuestros muertos y hasta volvieran a usar expresiones como “guerra sucia”.
En este contexto se dio el fallo de la Corte Suprema para beneficiar a los genocidas con el 2×1, que no solo buscaba la impunidad a los genocidas, sino que tenía la necesidad de legitimar la represión actual.
Pero con la inmensa movilización del 10 de mayo de 2017 logramos que fracase este fallo de la impunidad. Con una amplia unidad de acción, el pueblo dejó bien en claro que para los genocidas no hay olvido, ni impunidad ni reconciliación.
El gobierno redobló su ofensiva a favor de la impunidad de los genocidas de la última dictadura, con la obstaculización de los juicios pendientes por crímenes de lesa humanidad, excarcelaciones y absoluciones a genocidas, y el otorgamiento de más de cincuenta prisiones domiciliarias
Junto con las prisiones domiciliarias otorgadas, el Sistema Penitenciario Federal, elaboró una lista donde figura que un centenar de represores estarían en condiciones de abandonar las cárceles. En el listado figuran genocidas como Jorge “Tigre” Acosta, Christian Von Wernich y Alfredo Astiz
Una vez más, volvemos a repetir que no son pobres viejitos, son represores que ejecutaron el terrorismo de estado en nuestro país y que las prisiones domiciliarias son indultos encubiertos. Y no podemos dejar de mencionar el anuncio del presidente Mauricio Macri de convertir a Campo de Mayo (uno de los centros clandestinos de detención más grandes de la dictadura) en un parque nacional.
Aunque quieran hacernos olvidar o nos quieran confundir contando otro cuento, todo está cargado en nuestra memoria, arma de la vida y de la historia. Por eso como contra el 2×1, como en las marchas por Santiago Maldonado, como en las históricas jornadas del 14 y 18 de diciembre, ganemos las calles en unidad. Este 24 de marzo marcha con CORREPI a la plaza de las madres, a la plaza del pueblo que lucha y se organiza. Para gritar bien fuerte Cambiemos es represión.