La marea verde que cubrió las calles y plazas de Argentina, una y otra vez, en los últimos meses, y que estalló con la magnífica masividad del 13 de junio, sólo superada por la más estremecedora aún del 8 de agosto, no salió de la nada ni se produjo porque sí. Fue el fruto de una construcción militante que acumuló pacientemente por años –décadas-, con hitos históricos como el Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Rosario en el año 2003 y el de Mendoza al año siguiente, durante el cual, en un clima de amenazas y atentados dirigidos por los sectores fundamentalistas católicos, nació la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
La consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” tenía larga historia ya en la lucha de mujeres y disidencias cuando, el 28 de mayo de 2005, la Campaña la lanzó al ruedo como eje central de su reclamo, concretado en los proyectos de ley que siete veces, entre 2007 y 2018, presentó al Congreso.
Nunca se logró, hasta este año, que alguno de esos proyectos fuera tratado, lo que no desmoralizó ni diluyó la pelea. Al contrario, la consolidó y amplió, hasta que, al calor del salto cualitativo que el movimiento de mujeres y disidencias protagoniza en los últimos años, se forzó la mano del sistema hasta conseguir el tratamiento parlamentario, primero, y la histórica media sanción de la cámara de diputados, después.
La lucha por la legalización del aborto –nunca la mediatinta encubridora de la mera despenalización, que no termina con las muertes por aborto inseguro- se abrazó en una sola con la pelea contra los femicidios y travesticidios, contra las diversas formas de criminalización de las disidencias, contra todos los rostros de la opresión patriarcal, y sacudió de raíz al país entero. Más importante aún, en esa marcha triunfal de organización y lucha irrumpió una nueva generación que la hizo aún más poderosa y visible, lxs pibxs que se movilizaron y tomaron sus escuelas, y desafiaron el “sentido común” con el pañuelo verde atado a la mochila, pero que se informaron y formaron, y concientizaron y movilizaron padres, madres, abuelos y abuelas. Ellxs fueron protagonistas sin discusión, pusieron el cuerpo y la alegría.
Ayer, sin demasiada sorpresa, sufrimos una derrota en el parlamento. En un cuerpo colegiado de características aristocráticas, de 72 personas que no representan a sus pretendidos “mandantes populares”, sino a los intereses que conviene a los poderosos, la decisión de un poco más de la mitad impidió que se empezaran a evitar las muertes de personas gestantes pobres. El estado es responsable por cada uno de los miles de abortos clandestinos, y esto seguirá siendo así. Pero, desde hoy, cada senador y senadora que votó en contra o se abstuvo es, también, personalmente responsable de cada muerte, de cada lesión, de cada humillación. Y se lo tenemos que hacer saber, como anoche, en la calle, donde demostramos sin espacio para la duda que somos la abrumadora mayoría. Hasta los partes policiales hablaron de una relación “7 a 1” entre la marea verde y el charco celeste.
Nunca, en todos estos largos años, habíamos llegado hasta este lugar, a tan poca distancia de que sea ley, con la tarea cumplida, además, de lo claro que quedó que, mientras de nuestro lado hay razón, certezas, convicción y principios, del otro hay mentiras, prejuicios, obediencia debida al clero y defensa de los negocios privados.
Ya las caretas se cayeron, sabemos bien quiénes y cómo se disciplinaron a las exigencias de la curia y los mercaderes de la medicina privada, sabemos quiénes hoy respiran “aliviadas” o suspiraron “vamos todavía”, ni nos confunden quienes votaron a favor por infinitas razones –incluso en algún caso, las correctas- mientras rogaban internamente ser minoría.
Hoy, con renovadas fuerzas, sabemos que el único camino es seguir construyendo fuerza social hacia la inexorablemente legalización y gratuidad del aborto, garantizado en forma segura como un servicio de salud pública básica.
Hoy sabemos que somos millones, y que, como no abandonaremos la lucha, definitivamente, SERÁ LEY.
Contra la opresión y la represión, ¡unidad, organización y lucha!