El martes 18 de septiembre, en el Palacio de Justicia, fue la segunda audiencia del juicio oral contra el policía de la ciudad Adrián Otero por el homicidio de Cristian Toledo y la tentativa de homicidio de Dani y Carlitos.
En esta jornada declararon la esposa de Otero, Lorena Agostini, también policía de la ciudad; el oficial Vorraber, superior de Otero; los inspectores Ávila y Espindola, respectivamente jefe de calle y jefe de servicio interno de la comisaría 30ª y de los primeros en llegar al lugar del hecho y el médico forense Rullan Corna.
El Dr. Rullan Corna se explayó sobre los resultados de la autopsia, describió la herida de bala que mató a “Paragüita”, el “graneo” en su antebrazo, producido por el estallido del vidrio de la ventanilla con el primer disparo de ese lado y las lesiones en el dorso de su mano por “tatuaje”, quemadura de pólvora que prueba que en algún momento el cañón de la pistola disparó a unos 50 ay 70 cm. de él. Los demás, todos miembros de la policía, mostraron tener una amnesia selectiva y un claro odio de clase. Desde la mujer de Otero, que habló sólo para intentar ensuciar a las víctimas (con historias de amenazas y un “temor” por la vida de su familia y colegas uniformados) hasta el abogado defensor Marcelo Pecorelli (que fue echado por tráfico de influencias de la División de Asuntos Penales del Ministerio de Seguridad), que intentó presentar un nuevo testigo para acusar de “cacos” –sí, dijo cacos- a las víctimas. Este pedido, resistido por la querella y la fiscalía, fue rechazado por los jueces, que nuevamente tuvieron que explicar al letrado que se está juzgando a su defendido y no a Cristian ni a los sobrevivientes de la cacería iniciada por Adrián Otero.
El policía Vorraber se encargó de resaltar el “gran profesional” que es su amigo. Los inspectores Ávila y Espíndola, que dirigieron el operativo después del fusilamiento, están para patentar un dúo de stand up. Uno perdió la memoria sobre lo que escribió que le dijo su colega Otero en el momento: “creo que me mandé una macana”. Entre los dos protagonizaron un “tomala vos, dámela a mí” con la dirección y ejecución de las medidas iniciales, al punto que exasperaron a los jueces. Espíndola sacó a todos de quicio cuando explicó que no se acordaba mucho porque sólo estuvo 10 minutos en el lugar, cuando acababa de decir que valló el lugar, tomó los datos de personas y vehículos, llamó al SAME, hizo la consulta con el juzgado y llamó a Gendarmería Nacional. Eso sí, dejó claro que para lo único que no alcanzó ese tiempo fue para constatar si Cristian aún estaba con vida.
No pudo explicar por qué, si todos los impactos de bala estaban en el vehículo donde aun estaba el cuerpo de Cristian, y sólo había un arma, la del policía, comunicó al juez que se trataba de un claro intento de robo donde la “víctima” era Otero, con el obvio resultado de la detención de Dani y a Carlitos a la comisaría 30ª, mientras al homicida lo trasladaban al Hospital Churruca para resguardarlo.
Lo que Espíndola no se cansó de decir, fue que estaban a 500 metros de la villa, lo que describió como un “riesgo” que no los dejaba trabajar tranquilos. Ávila, por su parte, habló de la “turba” enfurecida que casi les incendia los patrulleros. Claro que semejante odio de clase se quedó sin soporte cuando la fiscal pidió que les mostraran las fotos del momento y lugar, donde se ve claramente la esquina desolada, precintada, y con una o dos personas apenas caminando hacia alguna parada de colectivo cercana.
El martes 25 tendrá lugar la tercera audiencia, donde seguiremos dando batalla, en la sala y en la puerta del juzgado, porque sabemos que la justicia para los pobres se gana exigiéndola en las calles.
Cristian “Paragüita” Toledo ¡Presente!
Por Cristian y por todxs lxs pibxs.
¡Basta de gatillo fácil!