Rodolfo Ríos tenía 24 años, estaba en pareja y tenía una niña de dos años. Su madre fue Delia Garcilazo incansable compañera de CORREPI.
En 1992, Fito estaba preso en la cárcel de Caseros. El 21 de noviembre de ese año fue demorado por los agentes penitenciarios por quedarse unos minutos más con un amigo en el patio en el recreo.
Como castigo, ambos fueron aislados por los penitenciarios en un patio, al que bajó el Cuerpo de Requisa.
Los patearon ferozmente, calzados en sus gruesos borceguíes, y los apalearon con sus bastones. Entre otras muchas lesiones, Fito, que llevó la peor parte, sufrió cuatro fracturas en la base del cráneo que provocaron su muerte.
Recién en 1997, se logró obtener el procesamiento de los tres oficiales de la requisa con condenas ridículamente bajas, como suele suceder . El oficial Galarza fue condenado a tres años de prisión en suspenso por “homicidio en riña”. Y los oficiales Tocayuk y Mir, a dos años en suspenso por encubrimiento.
Así y todo, poco después la Cámara de Casación les revocó la condena.
En nuestro último Archivo de Casos el 39 % de la totalidad de muertes en manos de las fuerzas represivas del Estado desde 1983 fueron muertes en lugares de detención.
Esta modalidad que sigue y nunca perdió vigencia, suman en estos últimos dos años nuevas masacres.
El 2 de marzo en la comisaria 1ra de Pergamino los medios y la versión oficial quiso imponer en sus titulares las palabras “accidente” y “tragedia” frente a lo que fue la masacre de Pergamino. Ese día los pibes enviaron varios mensajes a sus familias: “Ana venite ya pa la comisaría que me van a matar se armó quilombo”, “Movete está prendida la comisaría ya venite”, “Mamá vení rápido que nos mata la policía”.
Uno tras otro llegaron a destino para alertar a sus familiares. Pero no alcanzó. Los guardias tardaron 40 minutos en abrir el calabozo desde que comenzó el incendio porque “no encontraban” las llaves. Los bomberos llegaron hasta donde lo permitieron los uniformados. No fue un motín, no fue una pelea entre personas detenidas: fue una masacre, los dejaron morir.
Hace pocos días, en Esteban Echeverría, donde los calabozos de la comisaría que tenían 27 detenidos en un espacio habilitado solo para 10, donde el tiempo máximo que debían estar en esa dependencia era 48hs pero casi la mitad de los detenidos llevaba más de 4 meses, se produjeron 8 nuevas muertes.
A modo de protesta por las condiciónes de asinamiento, prendieron fuego un colchón y la respuesta policial fue cerrar el paso del agua y dejar morir a 4 detenidos en el lugar, con otras 4 personas que perdieron la vida por las heridas días después.
Lo que nos muestra es que, con la vuelta de la democracia, las torturas en lugares de detención siguen siendo una política de estado que tiene como objetivo el disciplinamiento y el control social para que unos pocos puedan dominar y gobernar tranquilos, mientras nosotrxs tenemos que resistir las políticas de hambre y misería.
Hoy con las políticas represivas más agudizadas que nunca en la democracia por el macrismo y de cara al G20, seguimos teniendo como horizonte las palabras de nuestra compañera Delia Garsilazo, mamá de Fito :
”Sueño con un país activo, con fábricas abiertas y trabajo a pleno, sueño con un país sin chicos en las calles revolviendo la basura (…), sueño con escuelas bien provistas, con maestros que puedan vivir de sus sueldos. Sueño con hospitales limpios (…). Sueño con hogares felices (…). Sueño con una justicia igualitaria para todos. Sueño con un país más justo (…). Recién entonces, llegado ese día, la CORREPI no tendrá razón de ser. Hasta que ese día llegue, nos verán siempre en las calles acompañando a todos los represaliados y apoyando todas las luchas.”