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Hace un año, el sábado 7 de diciembre de 2019, a las 6:45, cerca de la estación de tren de Barracas, el policía de la Ciudad Daniel Alejandro Lucero Quiroga fusiló con un tiro en la nuca a Nahuel Acosta. Nahuel era un adolescente de 18 años, vecino de la villa 21-24.

Esta fuerza, inaugurada en enero de 2017 como la “policía de la modernidad”, y que desde este año el gobierno de la Ciudad reconoció su labor instituyendo el 17 de noviembre como “el día de la policía de la Ciudad”, asesinó a 91 personas bajo la modalidad represiva del gatillo fácil. Entre ellos a Paragüita Toledo, otro pibe de la 21-24, fusilado por el policía de la ciudad, Adrián Otero, a quien logramos condenar a prisión perpetua, hace más de un año.

A diferencia de cualquier persona en su situación, Lucero Quiroga cuenta con los privilegios de ser parte del brazo armado del Estado. Lejos de estar preso desde un primer momento a la espera de que el proceso siga adelante por un delito tan grave como es un fusilamiento por la espalda, no sólo sigue en libertad, sino que continúa siendo parte activa de la fuerza. Como suele suceder en estos casos, la fiscalía siguió el relato oficial, y, pese a las evidencias de la inexistencia de un tiroteo, de que el único disparo fue el del policía, y que a Nahuel lo encontraron desarmado; calificó el hecho como “enfrentamiento”.

Por otra parte, Lucero Quiroga es defendido por el ministerio de Seguridad porteño, en manos de los abogados oficiales de la policía de la Ciudad, Alejandro Bisbal y Santiago De Jesús. Este último tiene un largo historial defendiendo a policías: intervino en el caso de Nehuen Rodríguez y Lucas Cabello. Los abogados del ministerio, dirigidos por quien fue integrante del mismo cuerpo en la policía federal, el doctor Alcalde, asumen una defensa que técnicamente es particular, pero sin costo para el funcionario público asesino, ya que pagan su sueldo como funcionarios de la Ciudad con los impuestos de todos nosotrxs, inclusive el de Mónica, la mamá de Nahuel. Por si esto fuera poco, este año, antes de comenzar la feria judicial, el juzgado criminal Nº 19 decretó el sobreseimiento de Lucero Quiroga.

Tomamos contacto con el expediente y constatamos un dato fundamental de la autopsia: el tiro entró por la nuca, por lo cual, no hay otra forma de describir el hecho: otro policía de la ciudad fusiló a otro pibe de la 21-24.

A mediados de mayo, logramos que reabran la investigación. La cámara criminal hizo lugar a la apelación, acompañada por la fiscalía. Revocó esa resolución y mandó a profundizar la investigación, disponiendo nuevas medidas para confirmar que Lucero disparó “de atrás hacia adelante, a una distancia de 50 cm, el proyectil ingresó a nivel de la región cervical izquierda y los testigos … no observaron el forcejeo” que el juez arguyó, basándose sólo en la palabra del policía.

Sabemos que, en este tipo de causas, más allá de lo que se pueda hacer en el ámbito jurídico, lo fundamental y lo que define la cuestión es la movilización y la presencia en las calles. Por eso seguiremos luchando y gritando, junto a familiares de Nahuel, organizaciones populares y vecinos de la villa 21-24:

¡Justicia por Nahuel!

¡Basta de gatillo fácil!

¡Nahuel Acosta Presente, ahora y siempre!

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