¿Cómo pueden afirmar que 7.093 personas menos sean responsabilidad de un “mal entrenamiento o un desborde personal”?
Las clases dominantes transforman las barriadas y manifestaciones en auténticos y siniestros cotos de caza.
En los barrios, lo último que escuchan nuestrxs pibxs antes de ser asesinadxs no son sentencias de un tribunal, ni tampoco sobre un justo proceso.
Lo último que escuchan nuestrxs pibxs son sentencias que les silban de cerca, sentencias de plomo; balas de plomo. Balas que roban vidas, balas que les perforan la cabeza, la espalda y la nuca. Las balas siempre son para lxs pibxs.
Sentencias de plomo disparadas por jueces, jueces que sentencian penas de muerte, jueces como el cabo Alberto Alejandro Segovia, que sentenció a muerte a Mauricio Gabriel Vega, el 1° de marzo de 2009. A Mauricio, que cometió la “impericia” de estar vestido con la ropa de la murga, junto a su sobrino, agachado al lado de un auto. Suficiente para que Segovia lo persiga, lo agarre del cuello, y “se le escape” el disparo” que lo fusiló.
Jueces como el cabo Javier Iván Almirón, de la Cría. 49ª de Barrio Mitre, Saavedra, que sentenció a muerte a Gonzalo Crespo, el 1° de marzo del 2014, rematándolo en el piso.
Jueces como el policía metropolitano Víctor Fausto More, que sentenció a muerte a Matías Alejandro Guerra, en 1° de marzo de 2013, ejecutando su fusilamiento por la espalda.
Jueces que sentencian penas de muerte, sentencias de plomo disparadas por jueces de uniforme.
No, NO puede hablarse de “error” o “actos en legítima defensa”. Cuando una práctica es sistemática, es política de estado.
Hoy es el aniversario del fusilamiento de tres pibes: Mauricio Gabriel Vega, Matías Alejandro Guerra, Gonzalo Crespo. Los tres, como lxs más de 7.000 desde 1983 a la fecha, sentenciadxs por la justicia burguesa, que tiene como juez a la maldita policía.
A la justicia clasista, le responderemos siempre ¡con organización y lucha!