Finalmente ayer en la noche, luego de tres intensas jornadas en la ciudad de San Rafael, Mendoza, se dio a conocer el veredicto contra el agente policial Víctor Hugo Acuña, quien bajo la modalidad de juicio por jurado, fue condenado a 15 años de prisión.
Hasta ayer, Acuña se encontraba con prisión domiciliaria, beneficio del que gozan unos pocos privilegiados-entre ellos los miembros de las fuerzas- que rara vez esperan la sentencia tras las rejas.
El Ministerio Público Fiscal pidió revocar aquél beneficio tras la sentencia debido al riesgo de fuga, y la detención se hará efectiva en la cárcel.
La defensa, a cargo del abogado Jorge Luque, intentó fraguar una hipótesis de accidente culpabilizando a la víctima, planteando la muerte como producto de un forcejeo en el calor de una discusión. Por otra parte, Pablo Peñasco, desde la fiscalía, reclamó el pedido de pena máxima de veinticinco años de prisión por homicidio doblemente agravado por el vínculo y por el uso de arma de fuego.
Finalmente, el jurado terminó condenando por el delito de homicidio agravado por el vínculo atenuado por circunstancias extraordinarias de atenuación y agravado por el uso de arma de fuego. Una condena que desestimó el contexto de violencia de género y el abuso del recurso (arma reglamentaria) que la calidad de miembro de las fuerzas de seguridad le facilitó a Acuña.
Desde el inicio de la causa se eludió la figura del femicidio pese a los testimonios de las amigas de Lorena, donde claramente se podía comprobar la existencia previa de violencia económica y psicológica.
El caso de Lorena no es un hecho aislado: integra la larga lista de mujeres asesinadas por integrantes del aparato represivo estatal por razones de género. Hasta fines de 2019, una de cada cinco mujeres asesinadas en un contexto de violencia de género fue a la vez víctima de la violencia estatal, encarnada en la reglamentaria.
Desde CORREPI celebramos que no haya quedado impune como ha sucedido con centenares de personas asesinadas por miembros del aparato represivo del estado. Acuña era policía activo, usó su arma reglamentaria para asesinar y ejercía violencia contra Lorena, sin embargo no fue castigado con la pena máxima.
Basta de violencia machista y justicia patriarcal.
Basta de femicidios de uniforme.
La lucha es colectiva, antipatriarcal y antirrepresiva.