TUCUMÁN: Otro desaparecido en democracia
La provincia de Tucumán está sacudida por un nuevo caso de desaparición forzada a manos de las fuerzas de seguridad. Se trata de Luis Armando Espinoza, trabajador rural de 31 años, que salió el viernes a la tarde de su casa de la localidad de Rodeo Grande, en el departamento Simoca, junto a su hermano Juan Antonio, para ir al paraje “El Melcho”, a 70 kilómetros al sur de la capital tucumana, a ver a su madre. El mismo día, hubo un enorme operativo policial para dispersar personas que participaban de una carrera de caballos, actividad no permitida en el marco de la cuarentena. Si bien Luis y su hermano no participaron de la cuadrera, ambos fueron atacados por personal policial cuando transitaban por la zona. Juan recibió fuertes golpes que lo dejaron inconsciente en el lugar. Luis no estaba allí cuando se recuperó, esposado y bajo custodia policial. Nunca más vio a Luis, aunque testigos señalan que se lo llevaron en una camioneta, herido de bala.
Inmediatamente sus familiares y amigos denunciaron la desaparición y se movilizaron, con lo que lograron visibilizar el gravísimo hecho, lo que motivó que la fiscalía secuestrara las armas de la partida policial y la camioneta, para realizar las precias correspondientes. Con los elementos ya recabados, se dispuso el pase a disponibilidad de nueve policías, mientras el ministro de Seguridad provincial y el jefe de la fuerza fueron citados a una interpelación en la legislatura. En el lugar del hecho se levantaron casquillos servidos de armas policiales y rastros de sangre.
Todo indica que los policías desaparecieron el cuerpo ya sin vida de Luis arrojándolo a las aguas del dique El Frontal, en la frontera de Tucumán con Santiago del Estero, donde se están llevando a cabo un amplio rastrillaje, con participación de buzos, drones y un helicóptero.
Responsabilizamos al gobierno provincial, encabezado por el gobernador Manzur, por esta nueva desaparición, y exigimos la inmediata intervención del gobierno nacional, que no puede permanecer inactivo ante un crimen de estado de esta naturaleza.
Al mismo tiempo, seguimos recibiendo denuncias de otros hechos represivos en distintos lugares del país.
En Salta, el domingo por la noche un joven fue perseguido por la policía hasta su domicilio, porque no llevaba barbijo ni casco en la moto. Al llegar al domicilio, le dispararon con balas de goma a corta distancia a la cara, por lo que perdió un ojo y tiene el otro en muy mal estado. El muchacho sigue internado, con riesgo de quedar ciego.
Ayer, en el Barrio Mosconi, Córdoba, en el asentamiento Villa El Quemadero, la policía provincial ingresó a los tiros, lo que fue filamdo y difundido por los vecinxs, que nos enviaron el video.
Mientras esto sucede, el ministro de Seguridad bonaerense, coronel retirado Sergio Berni, lanzó una nueva reestructuración de la policía provincial, en el marco de la emergencia sanitaria, para los 44 distritos con mayor población.
La Resolución 341/2020 suprime las Jefaturas Departamentales de Seguridad, la Subjefatura de Policía y Superintendencias de Seguridad Regionales, y unifica el mando y control del personal que realiza tareas de patrullaje y prevención del delito, es decir, los que están en la calle, con las nuevas Jefaturas de Estación de Policía Departamental de Seguridad, que tendrán jurisdicción territorial en un municipio, con la Policía Local, el Comando de Patrullas y todas las comisarías bajo su mando. Los partidos en los que se aplicará el nuevo esquema son La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes, La Plata y General Pueyrredón.
Además, Berni transfirió todos los recursos de la Jefatura de Policía, Subjefatura de Policía, Superintendencias de Seguridad Regionales, comisarías y dependencias subordinadas, a las Estaciones de Policía Departamentales de Seguridad de cada jurisdicción. También se crearon las unidades denominadas “Subdelegación Departamental de Investigaciones en Función Judicial” y “Escuela Policial de Formación Profesional de Artes y Oficios”.
El objetivo explicitado en la resolución es “unificar el mando, comando y control de todas estas unidades policiales en un solo jefe uniformado” para “evitar que la responsabilidad de conducción se licue en tres o cuatro jefes que integran distintas líneas de mando superpuestas en el territorio y que la policía se organice en compartimentos estancos que no dialogan ni coordinan entre sí”.
Nada muy diferente a lo que tantas veces nos contaron, cada vez que se emprendieron modificaciones estructurales semejantes, centralizando, descentralizando o reordenando, como en su momento la gestión Arslanián. El efecto, sobre el pueblo trabajador, fue siempre de más represión. No será diferente ahora.
Cuidémonos colectivamente, del virus y de la represión.
La salida para la clase trabajadora es la organización popular.