El 1º de juno de 2014, Pablo Olivera (28) fue con su hermano y varios amigos y amigas a bailar al boliche Open de Lanús. En un momento se produjo un altercado, como consecuencia del cual el tío de Pablo fue sacado del lugar a golpe limpio por los patovicas, que además llamaron a la policía. En la vereda, mientras el grupo de jóvenes intentaba frenar las agresiones, los policías tiraron gases para dispersarlos y salieron a perseguirlos por las calles aledañas.
Pablo, como el resto, salió corriendo para resguardarse, pero a las dos cuadras fue alcanzado por el policía bonaerense Rodolfo Leonardo Díaz, que le descargó un tremendo golpe en la cabeza con su tonfa.
Vale recordar que el bastón policial llamado “tonfa”, de acuerdo al propio manual de instrucciones que se enseña a los policías, es internacionalmente reconocida con capacidad letal, y por eso textualmente se indica deben evitar golpear la cabeza, cuello, esternón, columna vertebral y genitales de las personas.
El tonfazo recibido causó un traumatismo encéfalo craneano de tal magnitud que causó la muerte de Pablo de manera casi inmediata.
Las firmeza de sus amigos y amigas, que describieron con precisión los hechos, permitió identificar al asesino, que rápidamente se profugó y recién un año más tarde pudo ser ubicado y detenido.
Así, se logró la elevación a juicio, acusado por el homicidio cometido en el marco de su función. El debate estaba previsto para marzo de 2020, pero se suspendió, debido a la emergencia sanitaria. Ahora, finalmente, el juicio oral va a comenzar el 19 de abril, una fecha significativa por demás para CORREPI, ya que ese día se cumplen 30 años de la detención arbitraria de Walter Bulacio, que culminó con su tortura y muerte una semana después.
El Tribunal Oral nº 10 de Lomas de Zamora, que debe juzgar el caso, aún no ha resuelto si admitirá público presencial o si habilitará sala virtual para que todxs podamos seguir el desarrollo de las audiencias. Mientras esperamos que eso se defina, gritamos bien fuerte: