Hace 9 años que el Chino y Marote fueron fusilados por un integrante de la Prefectura Argentina. Hace más de un año empezó ql juicio, que se suspendió a pedido de la defensa, ejercida por abogados del Ministerio de Seguridad Nacional. Esta semana, el Tribunal Criminal 3 de Mercedes informó que no tiene tiempo de ocuparse del tema antes de junio de 2026. Es un verdadero botón de muestra de la impunidad que el aparato judicial garantiza a los ejecutores de la política represiva estatal.
Víctor Damián “Chino” Ávila (25) y Christian “Marote” Núñez (21) fueron fusilados por la espalda, por el prefecto Raúl Bonifacio Guerrero, en la madrugada del 7 de noviembre de 2014 en la esquina de Granaderos y Fray Luis de León, barrio Alem (Cuartel V, Moreno).
Los pibes eran amigos sin distinción de camisetas ni colores por la pasión del fútbol que compartían. Víctor era ferviente xeneize y Christian fanático millonario. Esa madrugada, celebraban juntos que River y Boca habían superado, la noche anterior, los cuartos de final de la Copa Sudamericana y en pocos días jugarían enfrentados la semifinal del torneo.
La organización de la familia del Chino, con nuestra compañera María a la cabeza, movilizó a lxs vecinxs del barrio, que enfrentaron los intentos de la comisaría 4ª de Cuartel V, que intervino en las pericias, avalada largo tiempo por la UFIJ nº 1 de Moreno. Por cuatro largos años, la causa fue mutando, como lo fueron haciendo los personajes del aparato judicial que intervinieron en la investigación. Más que con la defensa del prefecto, tuvimos que confrontar con la fiscal María Gabriela Urrutia, conocida colaboracionista del armado de causas y perpetuadora de la impunidad en causas de gatillo fácil, que se negó a investigar el doble homicidio y dos veces decretó el archivo de la causa.
Después de varias apelaciones y una denuncia ante la Fiscalía General, logramos el cambio de fiscal y una demorada indagatoria. Luego vino la gran noticia, con la elevación de la causa a juicio oral, matizada por la tibia acusación fiscal de “homicidio con exceso en la legítima defensa”, a tono con la doctrina Chocobar, y la libertad del prefecto, que no estuvo preso ni un solo día y sigue en funciones.
Finalmente, más de siete años después del crimen, el 25 de febrero de 2022, empezó el juicio ante el Tribunal Oral nº 3 de Mercedes. Esa mañana, la plaza de Mercedes estuvo poblada de banderas, pancartas con consignas antirrepresivas y las decenas de fotos de personas asesinadas por el gatillo fácil o en lugares de detención, que convocaron la atención de quienes la transitaban.
En la audiencia, CORREPI ratificó que al momento de alegar y pedir pena acusaríamos por el delito de homicidio calificado por haber sido cometido por un miembro de una fuerza de seguridad, ya que, aunque de civil, actuó amparado por su condición de prefecto y usó su arma reglamentaria. Lo “institucional” del crimen estaba también acreditado por el amparo del gobierno nacional, ya que la defensa técnica del fusilador es ejercida por abogados de planta del Ministerio de Seguridad de la Nación.
El tribunal habilitó el derecho de María a reclamar la aplicación de la figura agravada que permite reclamar la pena de prisión perpetua, pero a la vez accedió a la petición de los abogados del Ministerio de Seguridad de que prefecto sea sometido a juicio por jurados, lo que obligó a suspender el procedimiento para su selección.
Desde entonces venimos urgiendo al Tribunal que se fije fecha para retomar el juicio. Esta semana recibimos la notificación tan esperada. La fecha para retomar el debate es el 18 de junio… ¡de 2026!.
Inmediatamente consultamos por escrito al Tribunal si habían cometido un error de tipeo. Nos respondieron que tienen atraso en la agenda debido a la “irrupción del COVID 19”, y que a eso se suman “las singularidades y complejidades” de este proceso.
Y sin más, confirmaron que recién dentro de tres años podrán disponer de un rato para juzgar a un prefecto que fusiló dos pibes por la espalda en 2014.
Mientras tanto, Chino y Marote siguen naciendo en el barrio, en los recuerdos vívidos de sus amigxs, en la digna mirada de sus familiares. En las palabras hechas tatuajes de aerosol plasmadas en las paredes. En los afiches de actividades, que perduran a pesar de la lluvia y de los gobiernos. Continúan naciendo en las caritas de sus hijxs, a quienes sus madres y abuelas cuentan quiénes eran, qué les gustaba y qué soñaban. Viven en las letras que sus amigxs escribieron para rapear en cada esquina donde se encuentran, y cada vez que se juntan en el potrero del barrio a jugar a la pelota.
En tiempos en que el gatillo fácil se promueve abiertamente en el marco de la campaña electoral, desde CORREPI seguimos denunciando la represión y la impunidad, y seguimos gritando:
¡Chino y Marote presentes!
¡Basta de gatillo fácil!
¡Justicia ya!