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En el primer debate presidencial, pudimos ver y escuchar sin beneficio de inventario cómo los candidatos de LLA, Javier Milei, y JxC, Patricia Bullrich, aprovecharon un intercambio acartonado para evidenciar por qué son los “monstruos” de esta elección.


En cada contexto de crisis económica, hay quienes buscan aprovechar para difundir propuestas mágicas (y falsas), reabriendo debates ya saldados, sin relación con la crisis. Así es como se vuelve una y otra vez sobre la baja en la edad de punibilidad de niños, niñas y adolescentes, la represión a la protesta social, el negacionismo y reivindicación de la última dictadura cívico- militar-eclesiástica.


Milei sostuvo que los crímenes de lesa humanidad fueron “excesos”, repitiendo prácticamente de forma literal las palabras pronunciadas por el genocida Massera durante el juicio a las juntas en 1985. Empleó el mismo argumento utilizado por el dictador Jorge Rafael Videla, quien ejerció como presidente de facto durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica, responsable de la desaparición de 30.000 compañeros y compañeras.


En línea con las posiciones de su candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel, negó a nuestrxs 30.000 compañerxs detenidxs – desaparecidxs e intentó reversionar el genocidio cometido en más de 700 centros clandestinos de detención como una “guerra” con “excesos” por parte del estado.

En otro pasaje, Milei propuso “ser Alemania” en 20 años. Pero allí tendría serios problemas legales, no porque el gobierno alemán sea dictatorial o persecutorio, sino porque allí es delito pregonar el negacionismo y reivindicar el Holocausto. En nuestro país, al calor de la sostenida lucha en defensa de los derechos humanos, nunca fue necesario tener leyes semejantes para romper el enorme consenso social que existe sobre lo que significó la última dictadura. No podemos permitir que ese consenso se rompa ahora.

El objetivo principal del discurso de “La Libertad Avanza” es aniquilar y revertir completamente las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que el pueblo argentino garantizó y obturar la lucha por todo lo que nos falta. Un eventual gobierno liderado por Javier Milei sería incompatible con las libertades democráticas que se han logrado en estos 40 años.

Buscan construir una Argentina en la que los derechos laborales se encuentren determinados por la voluntad del mercado, sin garantías de condiciones básicas de vida para los sectores más vulnerables de la sociedad. Su programa de gobierno aboga por la privatización de la educación y la salud pública, quieren realizar un ataque de exterminio a los derechos laborales y a las jubilaciones, eliminar todos los programas de asistencia social, promueven el libre acceso de armas y dan respaldo total a la represión policial.

Literalmente, en su plataforma electoral proponen una nueva Doctrina de la Seguridad Nacional.

Por su parte, Patricia Bullrich no es ya una promesa de ruptura del pacto democrático y de más represión y persecución a quienes luchan por sus derechos. Durante los cuatro años que estuvo al mando del Ministerio de Seguridad lo intentó sin tapujos, con hitos como la doctrina Chocobar y media docena de resoluciones ministeriales para ampliar las facultades de las fuerzas de seguridad, incluido el derecho a disparar libremente por la espalda a personas desarmadas. Patricia Bullrich viene a continuar y profundizar lo peor de su gestión.

En el debate, usó su tiempo en el bloque sobre derechos humanos para anunciar el fin del derecho a huelga, quizás la mayor conquista de la clase trabajadora de los últimos 200 años. “Vamos a terminar con los piquetes, con la toma de tierras, con la toma de tierras en la Patagonia”, cargó al mismo tiempo que mandó un abrazo a los gendarmes que desaparecieron y asesinaron a Santiago Maldonado y calificó el terrorismo de estado como “tragedia”, sin autores ni responsables.

Al caso de Santiago, le siguió el de Rafael Nahuel, como antes los fusilamientos de Juan Pablo Kukoc y Ariel Santos y la reivindicación a sus asesinos, el policía bonaerense Luis Chocobar y la oficial de la policía de la Ciudad Carla Céspedes. Las fotos con ambos son la clara expresión del gobierno más represor que padecimos desde el retorno de la democracia y una defensa explícita y sostenida de la represión estatal como método para avanzar en el empobrecimiento de todxs nosotrxs.

Bullrich y Milei dicen tener “fuerza y coraje” para hacer los “cambios” que necesita el país de cara al futuro. Sin embargo, sus recetas poco tienen de novedad, y lo único que prometen es llevarnos otra vez al pasado más oscuro de la historia argentina.
Ante una derecha que se muestra tan descarada y habla sin miedo a las consecuencias, es imprescindible tomarla en serio. La presencia de Javier Milei o de Patricia Bullrich como candidatos a la presidencia es un peligro real e inminente, que supera con creces todo otro posible escenario, por malo que sabemos que pueda ser. Nada es más importante que luchar para evitar que el fascismo y la reacción salgan victoriosos.

Es imprescindible garantizar el mejor escenario posible para, después de las elecciones, poder seguir peleando por una agenda urgente contra la represión, por la apertura de los archivos de la dictadura, por continuar con los juicios y castigo a todxs lxs genocidas. Esa agenda, solo la conseguiremos organizadxs y en las calles.

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