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En la tercera audiencia del juicio oral y público que comenzó el 9 de septiembre ante el Tribunal Oral Criminal nº 12, la Fiscalía y la Querella pidieron que se condene a prisión perpetua a tres oficiales de la Policía de la Ciudad, dos mujeres y un varón, que acribillaron al remisero Claudio Romano en la calle Malabia al 900 el 1º de octubre de 2019.

Los oficiales Beatriz Alejandra Manzanelli, Ramón Darío Pérez y Daniela Isabel López, de la comisaría vecinal 15-B de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, están acusados por el homicidio agravado de Claudio Romano, un hombre de 39 años que trabajaba para una empresa de traslado de pacientes en rehabilitación desde la zona sur del conurbano a clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.

El 1º de octubre de 2019, Claudio realizó el “pool” habitual recogiendo tres personas domiciliadas en Berazategui y Avellaneda, que debían concurrir a turnos en sanatorios porteños. Dejó al último, que debía esperar para llevar de vuelta, en el Sanatorio Fitz Roy, Acevedo 865, Villa Crespo. Hasta las 10:48 se comunicó con su supervisor y su pareja, Lucía Sánchez Cáceres, dando novedades del recorrido y el tiempo que le tomaría emprender la vuelta.

Mientras esperaba fue a un supermercado chino y compró una gaseosa deportiva. La mujer que lo atendió contó que estaba de buen humor, amable y hasta le hizo un chiste. Ninguno de los tres pasajeros notaron nada fuera de lo normal.

Por razones que ignoramos -y ya no vamos a conocer-, a las 11:07 Claudio estacionó su auto Polo azul en doble fila a la vuelta del sanatorio, sobre la calle Malabia al 900. Se bajó del auto y caminó hacia un patrullero que estaba inmediatamente adelante, también en doble fila. Tenía sangre en sus manos y abdomen, producto de cortes con un elemento punzante que empuñaba.

Al llegar a la altura de la ventanilla del conductor del móvil policial se inclinó e ingresó su brazo en el habitáculo.

Las filmaciones no muestran lo que sucedió, pero de inmediato se lo ve corriendo para rodear la trompa del patrullero y dirigirse al otro lado. El oficial primero Pérez, que estaba al volante, tuvo una lesión mínima, puntiforme, a la altura del cuello, un raspón en el brazo y un pequeño corte en el pulpejo del dedo anular de una mano.

Cuando Claudio se aproximó al otro lado del patrullero, sonaron tres disparos. Uno, desde dentro del auto, efectuado por Pérez, que impactó en la ventanilla blindada y no salió al exterior. Los otros dos, de la inspectora Manzanelli, que había bajado del auto arma en mano. Uno quedó incrustado en el parante del auto y el otro impactó en el muslo de Claudio, que de inmediato cayó al suelo.

Mientras Claudio permanecía tendido en el piso, casi sin moverse, Manzanelli, Pérez y la oficial López, que estaba a pie en la vereda, se quedaron detrás del patrullero.

López moduló pidiendo asistencia para su compañero Pérez, sin mencionar que había un civil herido de bala. Instantes después, siempre con Claudio caído en el suelo son posibilidad de incorporarse, los tres oficiales lo rodearon.

El oficial primero Pérez le propinó una brutal patada en la cabeza, que dejó su marca desde la frente hasta la zona malar. Claudio volvió a quedar tendido.

Cuando intentó nuevamente incorporar su torso, apoyado en una ano, los tres policías abrieron fuego simultáneamente.

En total, Claudio recibió ocho impactos directos y un roce tangencial, por delante, por atrás y de costado. Cayó exánime y ya no se movió más, porque el último proyectil le perforó ambos pulmones, la vena aorta y el hígado. Murió en segundos.

En las audiencias del lunes y jueves pasado declararon varios vecinos y vecinas que corroboraron que hubo dos tandas de disparos, separadas entre sí. Una de ellas, que paseaba sus perros, dijo “yo escuché el primer disparo, me di vuelta, había un chico caído en el piso, pensé que ya estaba terminada la cosa, estaba neutralizado y seguí caminando, de pronto empezó la balacera y me resguardé atrás de un auto”.

La operadora del sistema de comunicación de la policía instó a la inspectora a informar sobre la situación de la persona herida. Manzanelli respondió “El agresor está herido de bala, el que importa es el personal policial”.

En sus alegatos el día de hoy, la querella, representada por María del Carmen Verdú y Sandra Berte de CORREPI, remarcó que se trató de una ejecución a sangre fría, ya que los tres policías dispararon al unísono contra una persona que ya estaba incapacitada por las lesiones previas y no podía incorporarse. Subrayaron que incumplieron todas sus obligaciones en tanto policías al utilizar sus armas reglamentarias cuando era exigible otro tipo de conducta.

La fiscal María de los Ángeles Ramos coincidió con el planteo y destacó que los tres policías incumplieron los protocolos de actuación para su función y causaron una muerte a todas luces evitable.

Así, tanto la Fiscalía como la Querella coincidieron en solicitar la condena a prisión perpetua para los tres oficiales por el delito de homicidio agravado por haber sido cometido por integrantes de una fuerza de seguridad con abuso de su cargo o función.

Al término de la audiencia, la Querella planteó que, en función de su experiencia en casos previos similares, tenía la preocupación de que se garantizara la presencia de los imputados a la próxima audiencia en la que se conocerá el veredicto y sentencia, citando otros casos en los que, tras el pedido de penas altas, se produce la profugación.

El Tribunal, por unanimidad, acordó que los imputados firmen un acta compromisoria de presentarse en la próxima audiencia y ordenó la prohibición de salida del país.

La sentencia se conocerá el miércoles 18 de septiembre, a las 12, en Lavalle 1171, planta baja. Acompañanos.

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