Detrás de las banderas de la Universidad y la Salud Pública, este último mes levantó al pueblo trabajador bajo un mismo estandarte y contra un mismo enemigo: el ajuste cruel y desmedido del Gobierno Nacional.
El intento por cerrar el Bonaparte, el cierre de la AFIP y las más de 25 universidades tomadas son el resultado de lo que ya anunciamos hace más de un año; VIENEN POR TODO.
Mientras el presidente se ve más preocupado por aclarar con quiénes no se ha acostado, o por los tosedores seriales, o si la canciller vota junto a todos los paises del mundo contra el bloqueo de EE.UU. a Cuba, nosotrxs estamos padeciendo su fantasía menemista de ser el “héroe” del sector privado con su séquito de trolls que se van apurados de Congreso.
Como dijimos siempre, el ajuste no es posible sin un plan de gobierno represor, desde la Policía de la Ciudad llevándose a personas en situación de calle y sacándole la comida a los vendedores ambulantes, hasta la Gendarmería Nacional allanando violentamente barrios enteros.
En octubre, como cada mes, como cada día, volvemos a recordar a lxs pibxs que nos arrebataron por estas políticas de Estado sostenidas, en menor o mayor medida, a lo largo de todos los gobiernos:
Carlos Ojeda: La madrugada del domingo 1 de octubre de 2013, Carlos Ojeda, de 23 años, volvía a su casa en Villa España, Berazategui, después de una noche de alegría por haber podido ir a ver a su banda preferida “La Liga” gracias a los pesos ahorrados en su trabajo de delivery en una pizzería del barrio. Pero su camino se cruzó con el del sargento de la PFA Claudio Alejandro Kiecak, que para evitar que otra persona le robara su mochila, disparó con su arma reglamentaria. Seis balas se incrustaron en la espalda de Carlos, quien nunca se bajó de su moto y sólo atinó a tratar de huir, si éxito, de los disparos que efectuó Kiecak.
Claudio Romano: El 1 de octubre de 2019 en Villa Crespo, tres policías de la Ciudad, Claudia Alejandra Beatriz Manzanelli, Daniela Isabel López y Darí hao Ramón Pérez, rodearon a Claudio Romano, remisero de 39 años que estaba ya herido, caído en el piso e incapacitado para levantarse, y le dispararon con sus armas reglamentarias hasta matarlo.
Pedro Campanini: Pedro se encontraba demorado en una comisaría de Capilla del Señor por una sospecha de hurto. El 11 de octubre de 2022 Pedro apareció muerto en el calabozo luego de ser enviado al Hospital Municipal en varias ocasiones por las brutales golpizas que recibió mientras estaba detenido.
Héctor Otero: El 13 de octubre de 2002, en el barrio de La Matanza, Raúl Armando Smith estaba discutiendo con unos vecinos por problemas habituales, en un momento entró a su casa, agarró la pistola y descargó su cartucho sobre el cuerpo del “Pule” -como lo llamaban su familia y amigos-, quien no había participado de la discusión pero como la prepotencia y la impunidad policial no tienen límites, no necesitó motivos para asesinar a sangre fría a una persona.
Ezequiel Gorosito y Juan Pablo Pata: El 19 de octubre de 2018 los chicos fueron asesinados por el teniente de la Policía Bonaerense Wilfredo Olima, en las inmediaciones de las calles Quintana y Triunvirato, en el barrio de Villa Bosch, San Martin. De la mano de la complicidad de la justicia burguesa, que garantiza la impunidad de los represores, la causa se cerró y Olima sigue cumpliendo sus funciones.
Alejandro Espíndola: El 6 de octubre del 2020, cerca de las 23:00, en Villa Scasso, La Matanza, precisamente en frente de la casa del oficial Marcos Gallardo, se produjo un supuesto robo. Con el alarido de la alarma vecinal, se corrió la noticia de que los presuntos delincuentes estaban escapando por los techos de las humildes casas del barrio, que casualmente ninguna está pegada entre sí. Esta patota, encabezada por Gallardo, irrumpió en varias casas del barrio, pateando puertas, para encontrar a los ladrones. Alejandro, que se encontraba en una reunión con amigxs a cuatro cuadras de dónde fueron los hechos, se dirigió a comprar al kiosco que está en frente de la casa de su tía, a la vuelta del lugar del supuesto robo. Cuándo los jóvenes doblaron en la esquina, se encuentraron con la turba violenta, que al grito de “Ahí están las lacras” comienzaron a efectuar disparos con armas caseras y, en el caso del policía, con su arma reglamentaria. Un disparo, de los tantos en ese cruel fusilamiento a sangre fría, entró por la ingle de Alejandro, y salió por un glúteo. Fue hospitalizado y operado tres veces, pero no resistió. Finalmente murió el día 23 de octubre.
Leandro Duarte: El 24 de octubre de 2017 en Lanús, Provincia de Buenos Aires, Leandro Duarte (18) había ido a visitar a unos amigos, cuando llegó la policía con orden de allanamiento. Él se asustó y se escapó hacia los techos vecinos, bajó en el patio de una casa en la que vivía el policía federal Néstor Gabriel Anríquez,- quien según la reconstrucción del hecho-, se despertó y efectuó cuatro (4) disparos sobre Leandro, ocasionándole la muerte en forma casi instantánea.
Kevin Amarilla: Kevin Amarilla era un joven del barrio de Ezpeleta, Quilmes, que fue fusilado por la policía bonaerense la noche del 29 de octubre de 2016. Tenía 15 años. El oficial Daniel Prieto, que mató a Kevin con el arma reglamentaria, cuando estaba de civil y fuera de servicio, fue condenado a tres años de prisión en suspenso y cinco años de inhabilitación especial por «Homicidio calificado por ser cometido por personal de fuerza en exceso de la legítima defensa» en el año 2019.
Santiago Arraigada: El 29 de octubre de 2021, en Bariloche, Santiago fue a encontrarse con su padre biológico, Luis Díaz, quién era ex policía y con el que nunca tuvo relación. Estuvo todo un fin de semana desaparecido, mientras Díaz colaboraba con la madre para encontrar al jóven. Finalmente encontraron el cuerpo de Santiago junto a un santuario del gauchito gil sobre la avenida Circunvalación y el ex policía confesó que asesinó al jóven de 16 años. En 2022 fue condenado a 18 años de prisión.
Seguiremos resistiendo, como en los 90’, como en el 2001. Trayendo la memoria de nuestrxs pibxs, sus historias, los sueños que les arrebataron. Ellxs son el motor de nuestra lucha, por ellxs seguimos, así como siguen nuestrxs compañerxs familiares luego de que la represión estatal les quitara una parte de su vida.
LA REPRESIÓN ES POLÍTICA DE ESTADO. LA LUCHA ES DE TODXS.