El martes 13, en el programa radial “Informes Rebeldes” que se emitió de 20 a 22 horas por Radio Urbana, el abogado Marcelo Pecorelli, con permiso del juzgado, entrevistó a su defendido el oficial Adrián Otero, asesino de Cristian Paragüita Toledo. Desde CORREPI, salimos a refutar todo lo que se dijo.
En primer lugar, Pecorelli relató: “En segundos cambió su vida, se transformó en una real y verdadera pesadilla como consecuencia de una verdadera injusticia”, sobre lo que estaba pasando su defendido. ¿Acaso se olvida que Otero asesinó a un pibe?. El 15 de julio de 2017, la vida de la familia Toledo también cambió dejando un gran vacío. Adrián Gustavo Otero mató a Paragüita. Su madre, su padre y su hermano vivieron una pesadilla aquella madrugada. Sus dos amigos, que iban con Cristian, fueron testigos de lo que pasó. Y son sobrevivientes de un intento de triple homicidio por este miembro de la Policía de la Ciudad. Acá, la única injusticia es el asesinato de un pibe de 25 años en manos de este verdugo del estado.
Otra cosa que quisieron tergiversar fue el relato del hecho. Pecorelli contó que Otero se trasladaba a su trabajo cerca de Villa Zavaleta, que paró en el semáforo, y vio que había tres personas cerca de su auto. Continuó explicando que uno de ellos se baja y que Otero sintió un disparo. Luego que esa persona trató de agredirlo, golpeó el vidrio antibalas, se volvió a subir al auto y se fueron. ¿Por qué decimos que están dando su versión? Porque en la causa, Otero está acusado de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego y abuso de su condición de integrante de una fuerza de seguridad” (por el asesinato de Paraguita), y de “tentativa de homicidio” por lo ocurrido con Carlos Daniel Gavilán (24) y Jorge Daniel Nadalich (25). Además es menester volver a aclarar que no está acreditado en la causa que los pibes hayan efectuado algún disparo, ni siquiera si estaban armados.
Luego, Pecorelli, transmitió el discurso con el que todas las fuerzas salen a hablar cuando se los sientan al banquillo por un caso de gatillo fácil: “Intentaron más que de robarle, de matarlo”. Pero se les dio vuelta la tortilla. El juez de primera instancia entendió que realmente Otero lo que quiso hacer fue matar a los tres chicos; que el único cometido que pudo hacer es matar solo a Paragüita, pero la intención era matar a los tres. La pericia de Gendarmería fue concluyente: en la parte de atrás donde estaba Carlitos, uno de sus amigos que iba ese día en el auto, había disparos, y los jueces lo entendieron así.
Otra falacia más: “A Otero lo persiguieron”. Y agregó: “La recomendación que existe en un caso de superioridad numérica es tratar de evitar la agresión inminente, entonces saca el arma y dispara hacia el auto, hacia las ruedas, es un disparo indirecto. Uno de esos disparos rebota e impacta en el que previamente baja del auto y lo había querido matar”. Entendamos lo siguiente: la legítima defensa exige una agresión que nunca pudo ser probada. Lo único que se probó en la causa, son 7 disparos porque se encontraron 7 vainas servidas dentro del auto de los pibes según la pericia de Gendarmería. La única arma que se encontró fue una 9 mm que corresponde a la Policía Federal Argentina. Claro, Pecorelli, quizá deberías ver nuevamente la carátula de la causa.
Por último, Otero tomó el micrófono y siguió la línea de su abogado. “En mis 16 años de policía, no tengo ningún día de arresto. Mi foja de servicio es intachable. Yo me entrené para ser bombero y salvar vidas, no para quitarlas”. La Cámara de Apelaciones confirmó que Otero, es el “autor del delito de homicidio por haber sido cometido con arma de fuego y abusando de su función como miembro integrante de una fuerza de seguridad, en concurso real con el delito de tentativa de homicidio agravado con el uso de arma de fuego, y abusando de su función como miembro integrante de una fuerza de seguridad”.
Y concluyó: “Yo no tuve la posibilidad como tuvo Chocobar que lo recibió el Presidente. La policía de la Ciudad me abandonó. Los cuatros abogados que mandaron de Ciudad querían que me declarara culpable. Nunca tuve apoyo ni de Larreta ni del Ministerio. En el caso de Chocobar siempre se escuchó la otra versión”. Intentamos entender el desconcierto de Otero, ya que con el dicho de Macri a Chocobar calificándolo de héroe, ha dado a todos los agentes de las fuerzas de seguridad la orden explícita de disparar y matar en cualquier circunstancia, con la certeza de que sus jefes políticos los van a defender.
Lo que pasó con Paragüita es moneda corriente en los calles más humildes. Tener 25 años y que te maten de un tiro cuando volves en el auto con tus amigos, porque sos un pibe de barrio y cuando te cruzas con estos perros guardianes tenés todas las de perder, incluso tu propia vida. Nosotros queremos que la gente también se entere de lo que significa para los otros dos amigos haber visto cómo mataban delante suyo a Paragüita y saberse sobrevivientes. Y nos consideramos exigentes, pero también nos gustaría que la gente sienta lo que es ser madre, padre, hermano y saber que a tu ser querido lo mataron porque cuando tenes la chapa, el arma y respondes al estado todo está permitido.
Por la inmediata reacción de la familia, sus amigos, vecinos y vecinas, que se movilizaron junto a las organizaciones del barrio, la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé y CORREPI, se logró que el poder judicial tuviera que reconocer, desde el inicio de la causa, que cuando es un policía el que dispara, el estado es responsable.