Salís de tu casa a las 20 hs de un sábado con unos mangos para ir a comprar un sanguche de milanesa al kiosco del barrio. Te cruzás con un pibe, menor, y su cuñado, un policía de 24 años. Discutís, se tiran algunos manotazos, cuando te querés dar cuenta estás en el piso con un disparo. Esto te puede pasar a vos, nos puede pasar a todxs.
Lo contamos nosotrxs, lo cuenta la familia, porque Cristian no puede.
Al Negrito, como le decían amorosamente, el 28 de octubre de 2017 el oficial de la metropolitana Leandro Leaños le destrozó el corazón de un solo disparo.
Cristian Damián Fernández tenía 16 años y vivía en el barrio Villegas de Ciudad Evita, junto a su familia. Trabajaba desde los 14, revendiendo medias, tuppers, lo que pudiera para tener su propio dinero.
A pesar de la dura realidad económica, su papá Carlos lleva 15 años trabajando en la recolección de residuos, y a la familia nunca le faltó nada. Pero el Negrito era muy independiente y quería bancarse sus puchos y salidas sin andar pidiendo.
Por esos meses trabajaba en un lubricentro de la Capital, y su mamá cuenta que se levantaba todos los días con él a las 5 para acompañarlo a la parada del colectivo, y esa es una de las cosas que más extraña. Pero lo que le duele profundamente a la familia es la impunidad, y no poder verlo criar a su hija, que este 27 de octubre cumplió 8 meses.
El estado arrebató la vida de Cristian, y lo dejó tirado desangrándose en el pavimento. “Cuando yo llegué ya estaba muriéndose, tenía los labios blancos y estaba muy frío”, cuenta Mariela Godoy, la madre. Con premura lo llevaron en auto al Hospital Paroissien, pero no llegó con vida.
A pesar de los testimonios de vecinos y que jamás se encontró arma otra que la reglamentaria del asesino, Leaños se entregó a los dos días en la Comisaría 3ª de Ciudad Evita plantando la típica versión del intento de robo para justificar el homicidio. Pocas horas después, lo largaron.
Y como ya sabemos, las irregularidades, el descaro y la injusticia nunca faltan cuando de limpiar la cara del estado se trata: la institución policial fue cómplice desde un primer momento del hecho, permitiendo que se adulteraran pruebas y encubriendo a Leaños, a la vez que este ejercía amenazas por redes contra familiares de Cristian.
Mariela tuvo que entregar la ropa real que vestía su hijo, toda cubierta de sangre, al personal de la DDI de La Matanza, donde, según ella “se comprometieron a investigar, aunque nada se hizo en ese momento (…) Entre los policías pueden taparse todo y por eso queremos que la Fiscalía actúe”.
Conforme pasaban los días, nadie daba respuestas y el 3 de noviembre familiares, amigxs y compañeros basureros de Carlos, quienes no dudaron que se trató de otro caso de gatillo fácil, uno más de los que suceden en el barrio, conformaron una columna de más de un centenar de personas y se dirigieron a la Unidad Funcional de Instrucción Temática de Homicidios Dolosos de La Matanza reclamando justicia.
Al día de hoy, no existen novedades. A pesar de estar imputado, el asesino no se ha sentado aún en banquillo alguno. Por el contrario, la familia es constantemente hostigada por la policía y citada por presuntas amenazas, inventadas tal vez para justificar el paseo que les obligan a dar por esos pasillos repletos de represores que se les ríen en la cara.
Este 28 de octubre se cumplió un año del fusilamiento de Cristian.
Días antes, Jesús Ezequiel Gorosito y Juan Pablo Pata fueron ejecutados por el policía Wilfredo Olima en Villa Bosch, y Félix Andrés Restaino fue asesinado por el policía conductor de Uber Nicolás Bulacio en Lomas del Mirador.
Cuando las fuerzas represoras son responsables de más de una persona muerta cada 23hs. resulta imposible comprar la teoría de los casos aislados; esto es política de estado. Aparato que dispondrá de sus vericuetos judiciales y connivencia con medios hegemónicos para encubrir, dilatar y salir impune. Mas nunca podrá librarse de la condena social, de la conciencia que sembramos día a día, y de que familia y amigxs del Negrito sigan reclamando justicia, a pesar de las trabas que se interpongan.
Porque mantener la memoria y la denuncia, lxs mantienen vivxs.
¡CRISTIAN DAMIÁN FERNÁNDEZ, PRESENTE!
¡BASTA DE GATILLO FÁCIL!
Carta para Cristian:
Ya un año que no estás con nosotros físicamente, nuestro querido negrito, y te recordamos con las mejores sonrisas, como también recordamos tus grandes caras de enojado.
Tu carcajada vive siempre en nuestras cabezas en nuestros corazones, tu voz y cada momento vivido. Los guardamos y atesoraremos por siempre.
Fuiste una buena persona. Te gustaba andar bien vestido y perfumadito. ¡Cuánta facha! Y siempre diciendo que te ponías lindo para las chicas.
Cuando te preparabas para ir a bailar a Jesse… ¡Cómo te gustaba el boliche, nene!
¿Cómo olvidar tantas cosas buenas y malas vividas juntos?
Hasta que nos enteramos, en esa fecha, que te habían robado la vida.
El 28 de octubre de 2017 fue el peor día de la vida de todas las personas que te queremos. En casa te seguimos esperando como el primer día. Nunca vamos a superar tu pérdida. Nos dejaron un vacío enorme que no se llena con nada. Pero siempre vamos a tener presente la gran persona que eras, porque siempre ayudabas a cuantos podías, nunca te importó quedarte sin nada, porque así vos eras feliz.
Tu sobrina te veía como un papá, siempre estuviste ahí.
Nos dejaste una hermosa beba, que nunca pudiste conocer, pero sabemos que vas a cuidar.
Por todo esto y por mucho más: siempre en nuestros corazones.
Te amamos mucho, Negro.
Tu hermana Maca, tu sobrina Briana y tu prima Sathia.