En el día de hoy, a los 81 años, falleció un personaje central y responsable de muchas de las peores páginas de nuestra historia: el ex-presidente Fernando De la Rúa.
Luego de su extensa participación legislativa con la Unión Cívica Radical, partido que llegó a presidir, el 10 de diciembre tomó el bastón de mando nacional tras ganar las elecciones con el 48,5% de los votos. Menem había dejado un país que se desmoronaba, con un 14% de desocupación y 30% de pobreza. De la Rúa, junto a Carlos “Chacho” Álvarez se encargarían de empeorar la situación.
Una de sus primeras medidas fue enviar a gendarmería al Puente Chaco, en Corrientes, represión en la que fueron asesinados los compañeros desocupados Mauro Ojeda y Francisco Escobar. Esto fue un preludio de lo que pasaría dos años después.
Responsable del “Blindaje Financiero” junto a Machinea, del “Megacanje” y del “corralito” junto a Domingo Cavallo (quien había llevado al país a la ruina junto a Menem años antes), de los recortes previsionales del 13% a jubilados (llevados adelante por la actual ministra de seguridad Patricia Bullrich) y de despidos masivos y recortes en salarios estatales. Todo esto derivó en un aumento de la desocupación al 25% y la pobreza a casi el 50%.
Como resultado, el 19 y 20 de diciembre del 2001, el pueblo se manifestó en las calles bajo el histórico “que se vayan todos”.
La respuesta del gobierno, en defensa del ajuste brutal que impulsaba, fue la represión. Las fuerzas de seguridad asesinaron durante esas jornadas a 39 compañerxs en todo el país. Entre ellxs, recordamos a nuestro compañero militante de CORREPI, Carlos “Petete” Almirón, asesinado en Plaza de Mayo el 20 de diciembre.
De la Rúa jamás pagó por su responsabilidad política de la miseria y el hambre perpetuados desde su administración estatal. No pasó un solo día en la cárcel por los 39 asesinatos de diciembre ni los 483 con los que finalizó su mandato.
Mientras que Macri lo recuerda con un saludo benévolo, la impunidad no encuentra cauce en nuestra memoria. Ante los intentos de reivindicar a muchos personajes nefastos de nuestra historia para alivianar la responsabilidad política por su accionar, tenemos la tarea de no olvidar y sobre todo, no perdonar.
Para el mayor responsable político de las 483 muertes a manos del aparato represivo estatal durante el periodo comprendido entre diciembre de 1999 y diciembre de 2001, no hay condescendencia.
Para nosotrxs es y será siempre un asesino.