En mayo de 2017, en Villa Tesei, Pdo de Hurlingham, provincia de Buenos Aires, el subcomisario de la policía Federal Argentina José Ernesto Buscarolo asesinó con su reglamentaria a Iago Ávalos, un pibe de 17 años al que persiguió y fusiló por haber hurtado cuatro tazas de las ruedas de su vehículo estacionado.
Hace justo un año, un jurado denominado “popular”, lo premiaba con una condena absurda a 5 años de prisión, disfrazando de homicidio culposo un emblemático caso de gatillo fácil. Entre el apogeo de la doctrina Chocobar y los estertores del gobierno macrista, un nuevo crimen de estado se escondía con un macabro eufemismo. Como si disparar varias veces sobre la cabina de un vehículo en movimiento fuera una muerte no deseada por el policía. Una vez más la impunidad intentaba revictimizar a la familia Ávalos. Primero fue Buscarolo. Luego la trampa legal del juicio por jurados, conformado por una comunidad alentada por los medios y el discurso oficial para legitimar estos crímenes.
Buscarolo estuvo preso muy poco tiempo, pasó la mayor parte del proceso en su casa. Tras la condena, fue alojado en la Unidad 39 de Ituzaingó. Aprovechando indebidamente la pandemia, ya que el policía no sólo no es grupo de riesgo, sino que está pabellones privilegiados sin hacinamiento y con todas sus necesidades ampliamente cubiertas, la defensa oficial pidió su excarcelación.
Con la opinión favorable de la fiscalía -que cuando se trata de la libertad de un preso no uniformado se opone-, sólo se levantó la voz de la familia organizada en CORREPI contra el pedido de la defensa. Dijimos que Buscarolo iba a ser nuevamente premiado con una rectificación de su absurda condena, pese a que los profesionales del servicio penitenciario informaron que Buscarolo no reflexionó nunca sobre el crimen cometido, y que adelantar su soltura implicaba un peligro para la familia, para su entorno y para la sociedad entera.
Hoy nos notificaron que el tribunal nos dio la razón. Buscarolo no saldrá en libertad, seguirá preso hasta agotar su leve condena.
No cambia la historia seguramente, pero es una enorme victoria desde el costado que más nos interesa resaltar: si la familia se entregaba, la tarea demoledora que inició Buscarolo cuando mató a Iago se hubiera consolidado.
Lucha y organización es una histórica consigna de CORREPI. Gracias a ella, la familia Ávalos se aleja del concepto de víctima, eufemismo con el que también desde el estado pretenden sustituir los más molestos nombres de la resistencia.
Buscarolo algún día saldrá de prisión, pero difícilmente recupere la libertad. Sin eufemismos.