“¿Por qué te exponés?”
“¿Por qué pones la cara?”
“Pensá que ya estás afuera, olvidate y esperá a que pase, total no hiciste nada”
Son algunos de los comentarios que he recibido estos días de gente muy querida y preocupada por mí y no la culpo, yo también tengo miedo de que me pase algo a mí o mi familia.
Pero no puedo.
No puedo porque no puedo dormir.
No duermo porque pienso.
Pienso en la gente que está en la misma situación que yo y las y los que se quedaron adentro.
Pienso en cuántas personas cómo yo agarraron simplemente por andar por ahí o por manifestarse de manera pacífica.
Pienso en las familias que lloran sus seres queridos.
No puedo dormir.
No puedo dormir porque siento que no hago lo suficiente.
Siento que no hago lo suficiente porque estoy con miedo.
¿Miedo de qué?
De que algo que creímos superado se pueda volver a repetir.
Tengo miedo.
Pero no puedo dar la espalda y seguir cómo si no pasó nada. Tengo una moral que está a prueba y no pienso defraudar.
No pienso defraudarme, al menos.
Por eso aparezco en público con cara de piedra.
Y lloro en soledad.
Y eso me da fuerza de continuar por justicia.
No pedimos más que justicia y que se aclaren las cosas.
Y no acusar por cualquier cantidad de cosas a alguien que no conocen, no saben ni cómo se ve, si hizo algo o de dónde venía.
No pedimos más que sensatez, respeto al ser humano, porque no importa de qué lado te encuentres, sos un ser humano. Y no voy a permitir que nos maten socialmente, somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.