Lectura: 8 min.

Hoy marchamos una vez más, poniendo el grito en el cielo en defensa de todos esos derechos que nos quieren arrebatar los fundamentalistas de “la libertad”. Hace más de un año que juegan a desgastarnos de todas las maneras posibles, de eliminar todo lo que conseguimos con la lucha organizada; piensan que borrando algunas huellas borrarán el camino, pero no. Ese camino que hicieron al andar las madres y abuelas, las sufragistas, la comunidad LGBT con Jauregui, Sacayan entre tantxs otrxs en la primera línea.

Lxs oprimidxs sabemos lo que es la persecusión, la supervivencia, la censura y el silencio cómplice. A todo eso NO VOLVEMOS NUNCA MÁS.

Este mes -como todos- recordamos a lxs pibxs que por la represión, por el encubrimiento del Estado y la complicidad de la Justicia, hoy no están con nosotrxs.

Jorge “Chaco” González fue detenido el 14 de diciembre de 2002 bajo la excusa de “averiguación de antecedentes”. Luego de golpearlo y violentarlo, extorsionaron a la familia de Chaco con armarle una causa por obo si no les pagaban la suma de $2.000. Ramona, su madre y compañera de CORREPI, logró juntar ese dinero para que liberaran a su hijo. Pero la brutal tortura en manos de los policías Isidoro Segundo Concha y Ramón Quevedo, de la comisaría 5ta de Fiorito, hicieron que el estado de salud de Chaco empeorara, ya que padecía VIH y tuberculosis. Falleció semanas después de su liberación, exactamente el 7 de enero de 2003.

el 7 de enero de 2022, Nahuel Merlo de 19 años, que vivía en un barrio humilde de Laferrere (La Matanza), salió de su casa en su moto con su amigo Facundo, al cual iba a acompañar a Rafael Castillo. En el camino, Facundo bajó de la moto y tuvo un intercambio de palabras con un transeúnte, que resultó ser el policía Víctor Emanuel Berza quién, estando de civil, desenfundó su arma reglamentaria y disparó contra Facundo a muy poca distancia. No conforme con asesinarlo a sangre fría, dispara contra Nahuel, quién se había quedado en su moto en estado de shock. Una bala en la nuca terminó con su vida en el acto. Seguimos esperando que la justicia acuse a Berza y sea llevado a un juicio por el asesinato de los dos jóvenes.

Marcelo Sepúlveda, de 26 años, un pibe que había viajado desde General Pico, La Pampa, a la localidad de Benavídez. Su tío le había conseguido trabajo en la fábrica de Volkswagen y tenía el proyecto de abrir una verdulería junto a sus hermanos. Durante la madrugada del 9 de enero de 2012 una persona, que al día de hoy no se ha podido reconocer, comenzó a perseguirlo y se vio obligado a escapar corriendo desesperadamente a través de un predio descampado que no estaba cercado. Ese predio pertenecía a la empresa metalúrgica Ferrosider y estaba custodiado por el agente de seguridad de la empresa Securitas Carlos Alberto Maidana. Este agente escuchó los gritos de ayuda de Marcelo, pero en lugar de asistirlo llamó a su supervisor y a la policía. Se hicieron presentes oficiales del COT (Centro de Operaciones de Tigre) y de la comisaría 4ta de Benavídez, quienes con la ayuda de Maidana golpearon a Marcelo hasta dejarlo inconsciente. Lo subieron a la caja del patrullero y a las pocas cuadras de camino a la comisaría falleció con su corazón extenuado como consecuencia de las brutales torturas y golpizas que recibió.

A los pocos días, su primo Jon Camafreita, de tan solo 18 años, fue fusilado en el barrio de Once (CABA) por el policía federal Martin Alexis Naredo. Durante la madrugada del 21 de enero, varios móviles de la comisaría 8ª de la PFA iniciaron camino hacia la plaza Boedo, con la excusa de una pelea entre dos grupos de chicos del barrio. En el camino, uno de los patrulleros se desvió para perseguir a dos pibes, Jon y su vecino Franco Rojas (14), que volvían a su casa después de estar reunidos con sus amigos a pocas cuadras. Los policías Martín Alexis Naredo y Juan Carlos Moreira bajaron del móvil y los corrieron. Moreira agarró a Franco en una esquina, y Naredo arrinconó a Jon a media cuadra. Fue ahí que una bala atravesó la cabeza de Jon. Tras cuatro días de agonía en el Hospital Ramos Mejía, murió. El cabo Naredo argumentó que Jon le quiso sacar el arma en medio de un “fenomenal” combate cuerpo a cuerpo. Explicación inverosímil, pero que fue suficiente para que saliera en libertad con una “falta de mérito” bajo el brazo. En septiembre de 2014, logramos que Naredo fuese condenado a prisión perpetua por el Tribunal Oral Nº 23. Sin embargo, el Tribunal nunca aceptó nuestro reclamo de garantizar que no se escapara. Lo dejaron salir en el cuarto intermedio entre los alegatos y el veredicto. Cuando lo fueron a buscar a la casa, Naredo ya no estaba. El 6 de noviembre de 2017 Naredo se entregó con una carta dirigida a la entonces ministra de Seguridad nacional Patricia Bullrich con la confianza en que “esta ministra de Seguridad y este presidente me van a defender”. Naredo sabía bien con quiénes podía contar. Finalmente, la Cámara de Casación confirmó la condena a prisión perpetua y rechazó todos los intentos del policía de cumplir la pena en su casa, con arresto domiciliario. La familia de Marcelo y Jon se organizó en CORREPI y soportó aprietes y persecuciones. Si bien todavía no logramos llevar a juicio a los asesinos de Marcelo, pero conseguimos condenar a prisión perpetua al cabo Naredo por el fusilamiento de Jon.

Diego Gallardo, quién se encontraba detenido en la comisaría 3ra de Avellaneda, fue brutalmente torturado junto a otros siete detenidos el 10 de enero de 2005. Múltiples fracturas craneales y 57 lesiones fueron las causantes de la muerte de Diego luego de agonizar durante quince horas. Gracias a los sobrevivientes de esa tortura, logramos que los policías seas enjuiciados y condenados a cadena perpetua.

Iván Rivero tenía 25 años cuando ingresó a la cárcel de Florencio Varela. Falleció el 16 de enero de 2023 luego de que, tras provocarse autolesiones en el brazo, lo llevaran al buzón en vez de otorgarle asistencia médica a pesar de que sus compañeros hayan pedido ayuda para salvarle la vida a Iván.

Leo Rodríguez fue detenido la noche del 15 de enero de 2015, también bajo la excusa de “averiguación de antecedentes”. Lo llevaron a la comisaría 27ª de Villa Hipódromo, Godoy Cruz, pero no lo dejaron comunicarse ni informaron a su familia de su detención. Horas después, la policía comunica el hallazgo del cuerpo del Chino sin vida, presuntamente ahorcado con su propia remera. Gracias a la lucha de la familia, la organización en el barrio y los organismos de DD.HH. lograron desmentir la versión oficial que dieron los policías y evidenciar que el cuerpo de Leo presentaba múltiples golpes. Seguimos esperando y exigiendo justicia en una causa cajoneada que deja dormir tranquilos a los culpables reales de su muerte.

A Luciano Arruga, de apenas 16 años de edad, lo desapareció la policía. Luciano era un chico que vivía junto a su familia en la localidad matancera de Lomas del Mirador. En varias ocasiones, la policía había intimado y amenazado a Luciano que se negaba a robar para ellos. El 31 de enero de 2009 fue el último día que vieron al joven. Allí comenzó una incansable búsqueda y lucha por parte de la familia, amigos y organismos que alzaron su bandera gritando APARICIÓN CON VIDA YA. El encubrimiento del Estado hizo que Luciano permanezca desaparecido por 5 años, cuando el 17 de octubre de 2014 encontraron su cuerpo enterrado como NN en un cementerio. Hoy Luciano Arruga es el nombre del estandarte de los jóvenes pobres perseguidos y acosados por la policía.Historias como estas continúan siendo moneda corriente en los barrios populares a lo largo y ancho del país, y es la prueba irrefutable de que es preciso eliminar todas las facultades que permiten a la policía detener arbitrariamente o portar su arma reglamentaria fuera del horario de servicio. Porque, como lo demuestran los datos de nuestro archivo, las detenciones arbitrarias son la puerta de entrada a las torturas y muertes en cárceles, comisarías y lugares de detención, y la portación de armas la principal causa de las muertes por gatillo fácil.

Siguen criminalizando a nuestrxs jóvenes, villerxs, putos, lesbianas, trabas. Ellos dan el discurso de odio, la policía pone en práctica la cacería que anhelan.

NO BAJAREMOS NUESTRAS BANDERAS

NO OLVIDAREMOS SUS NOMBRES

NI MUCHO MENOS, QUE FUE LA POLICÍA

¡JUSTICIA! ¡NI UN PASO ATRÁS!

Comments

comments